Estaba sentada en la terraza.
Francamente, las vistas no son
espectaculares, pero hacía días que no salía el sol; bueno,
realmente no sé si es cierto, la verdad es que hacía días que yo
no salía de mi habitación.
No me malinterpretes, se está bien ahí
abajo, las horas pasan más deprisa al no ver la claridad, ¿sabes? Y
allí lo tengo todo, buenos libros, lápices, mi querido
teléfono...Nunca llamo, soy de esas modernas que se pasan el día
actualizando la página de inicio de Facebook y que mantiene
conversaciones estúpidas con gente que no me interesa y a la que
tampoco le importo..., pero soy así, una más, ya me entiendes.
El caso es que el domingo decidí
salir.
Todas esas pequeñas chimeneas de las
casas de mis vecinos me parecen bonitas.
También me divierte jugar con la
perspectiva. Cogí mi taza humeante de café y la puse a la altura de
una de las chimeneas, así, para mis ojos, es como si estuviese
encendida.
Normalmente prefiero mirar nubes y
buscar formas, pareidolias se llaman, lo sabías,¿no? Pero
casualmente el cielo estaba más que despejado y brillaba muy azul.
¡Qué sé yo!...Tampoco me paro a
pensar tanto estas cosas, eres tú quien pregunta y yo sólo contesto
así, de forma automática, porque es eso lo que quieres, ¿no? Se
trata de eso, ¿verdad? De no pensar demasiado.
¿Hablo mucho? Bueno, para eso estoy
aquí, jeje, ¡Qué cosas tengo!
Pero sé a dónde quieres llegar.
Realmente estaba esperando, no me había dado cuenta...creo. Pero el
domingo sucedió algo mientras desayunaba en la terraza. Miraba los
árboles, no hacía mucho viento pero se movían las ramas y sus
hojas ya amarillas comenzaban a caerse. Antes eran rojas y antes que
eso habían sido verdes. Me percaté de que quedaban ya muy pocas
desde la última vez que estuve con él. No me había importado hasta
el domingo...Ahora es como si quisiera contarlas, deseo que no caigan
todas hasta volver a verle. Supongo que contar el tiempo no va
conmigo. Es mi forma de esperar...
11 de Noviembre de 2012. Bristol
No hay comentarios:
Publicar un comentario